martes, 10 de noviembre de 2015

Recorrido geográfico e histórico por la Sierra de Córdoba

En la presente entrada pretendemos ilustrar el itinerario geográfico e histórico que vamos a realizar por terrenos de la Sierra de Córdoba, que sirvan de ejemplificación para conocer aspectos prácticos del entorno de nuestros alumnos de la materia de Geografía.





1. EL CERRILLO-LAGAR DE LA CRUZ

El sendero de la "Cuesta de la Traición" tiene su inicio en la Hacienda El Cerrillo (1), en el cruce de la carretera que conduce al Hospital Los Morales con la carretera de Villaviciosa (CO-110); se trata de un sendero de pequeño recorrido, PR-6, acondicionado hace unos años por la Consejería de Medio Ambiente. En este lugar veremos una señal que nos guía hacia el inicio, el cual está en una calle sin salida que encontramos a 100 metros al pasar una isleta. En este punto de inicio veremos un panel informativo.

El nombre de Cuesta de la Traición (2) se debe a los frecuentes asaltos que los bandoleros cometían sobre los transeuntes que por allí pasaban. También parece ser que era un lugar romántico para las citas amorosas. Una de estas citas, cuentan, terminó en tragedia como los buenos folletines de la época; sin embargo se sostiene que es más leyenda que otra cosa. En estos versos de autor anónimo, se vislumbra más un amor juvenil que otra cosa. La canción para no ser menos se llama “Cuesta de la Traición”, y dicen así sus versos:

Por la Cuesta de la Traición
Subiendo yo me encontraba
Despedía a mi bandolero
Que por aquel paso medraba
Qué jaca tan bien plantá.
La que mi novio llevaba
En su grupa yo era reina
De Cordobita la Llana.
Bajando para El Cerrillo
En la Mejilla él me besó
Amapola era mi cara
Alegría mi corazón.

Monte arriba, surge una fuente, junto a un puente que cruza el arroyo de San Rafael, documentamos construcciones de datación antigua que alimentan al Arroyo del Moro. Esta canalización, al parecer, abastecería la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos de la Mezquita. A lo largo de la subida podemos ver numerosas especies vegetales; el monte bajo se combina con pinos y encinar. Encontraremos también algarrobos, hiedras silvestres, madreselvas, higueras, cornicabras, zarzaparrillas, además de almezos, huertas de naranjos y olivos centenarios.


Fuente de La Raja
Más arriba, destaca también la Fuente de La Raja (3), cubierta de enredaderas y zarzas, al mismo tiempo que usada como abrevadero para el ganado, a partir de la cual el sendero discurre encajonado entre dos lomas de gran pendiente. Un espacio abierto preside este lugar: observamos unos cortados de pizarras y calizas de era paleozoica. Junto a dicha fuente, situada a la derecha del camino, se alzaba uno de los más antiguos monasterios de la Sierra: el monasterio de Lelinas o Albun, del que sólo quedan los cimientos junto a Huerta Celina.

Tras caminar 1 km aproximadamente, llegaremos a una zona de indudable interés geológico (4), donde se puede observar zonas de pizarras y calizas de la Era Primaria, incluso podemos ver la marca del oleaje marino en la superficie de las rocas (Ripple mark o rizadura fosilizada de lo que fue una antigua orilla de playa); se trataría de un fondo marino muy somero, casi costero y arenoso..., en el que estas marcas se formarían por las corrientes del oleaje que podemos ver en cualquier playa. En este sendero hay varias zonas de gran pedregosidad y pendiente, lo que hace que tenga una cierta dureza, por lo que hay que andar con tranquilidad y descansando en los bancos habilitados para ello.

Ripple mark o rizadura fosilizada del oleaje marino

Estas estructuras geológicas están formadas por las corrientes de agua, aunque también pueden formarse por la acción del viento, en lugares secos, pero no es este el caso. Es un lecho marino arenoso luego solidificado, cuando se apartó el agua. Quién no ha mirado el fondo marino cercano en una playa y observado estas ondulaciones, en este caso vivas y cambiantes. Ahora debemos imaginarnos la retirada de ese mar que, según los expertos se llamaba de Tetis, que formó primero y luego secó lo que ahora es el Mediterráneo, y cuyos restos aún están en la desembocadura del Guadalquivir. Debemos seguir imaginándonos las colosales fuerzas de la naturaleza, que hicieron falta para levantar este fondo solidificado hasta la cota en la que se encuentra, de los cuatrocientos metros aproximadamente. Dicen algunos que este escalón de Sierra Morena de unos cuatrocientos kilómetros es una falla, pero no está demostrado. Lo que si es cierto es que la Depresión del Guadalquivir es una llanura terciaria, de unos 100 mts. de profundidad por término medio. Estamos hablando de muchos millones de años.

Este camino coincide en gran parte con el cauce del Arroyo del Moro, el cual cruza el sendero varias veces. Por ello, los romanos construyeron unos muros para canalizarlo y separarlo del camino, de los cuales todavía quedan restos. Igualmente, observamos rocas y placas graníticas. Este tramo forma parte de lo que en la época romana se conocía como Camino del Pretorio, una calzada (5)  que se iniciaba en la Porta Praetoria, situada en la muralla septentrional de la ciudad romana de Corduba; presentaba en sus primeros tramos un pavimento enlosado y era utilizada normalmente como forma de comunicación con los yacimientos mineros de la sierra de Córdoba para la extracción de cobre y plomo argentífero, localizados en los entornos de los ríos Guadanuño y Guadiato, así como otras explotaciones de los términos municipales de Villaviciosa de Córdoba, Villanueva del Rey y Fuente ObejunaTodavía se conservan restos de esta calzada a lo largo de este sendero. 
Posibles restos de hormigón romano, sobre la que se asentarían las diferentes piezas pétreas que conformarían la calzada
En la Edad Media fue un camino de uso ganadero, por lo que se transformó en la vía pecuaria “Vereda del Pretorio”.
Resto de empedramiento de la calzada, de posible origen medieval
El sendero se torna bastante rocoso, y en ocasiones veremos restos de una antigua calzada romana
Justificado así el valor histórico de este tramo, veamos su importante valor natural, sobre todo geológico, pues a lo largo de este sendero encontramos rocas de pizarras y calizas de la Era Paleozoica, que han aflorado debido a la acción erosiva del arroyo del Moro. Si bien esta erosión ha eliminado casi todos los vestigios de la calzada, ha sacado a relucir los restos fósiles de formas de vida muy interesantes y cuyo estudio nos ayuda a conocer mejor el inicio de la evolución de la vida en la Tierra. Precisamente, se podemos documentar formaciones geológicas correspondientes al Cámbrico inferior, etapa del Paleozoico, donde aparecen fósiles muy arcaicos pluricelulares, como los arqueociatos, y al Mioceno, de Terciario, con una amplia variedad de organismos marinos en estado fósil, como ballenas, delfines, braquiópodos, gasterópodos, bivalvos, algas, corles, briozoos, así como una extensa muestra de foraminíferos.


La subida termina en el cruce de la carretera CO 3314, conocido como Lagar de la Cruz (6). El caserío responde a la fisonomía de una villa de recreo, con un bloque de dos altura bajo cubierta a cuatro aguas, dependencias de servicios adosadas y un jardín ante la fachada, con línea de arquitectura ecléctica de finales del siglo XIX o principios del XX. El conjunto denota algunos añadidos y reformas recientes. Ningún elemento atestigua su relación con un antiguo lagar, al que, posiblemente, se remontaría el origen de este asentamiento.

Desde la antigüedad este punto ha sido siempre encrucijada de caminos. Aquí se unen varias de las vías pecuarias más importantes de la sierra cordobesa: Vereda de las Minas de Berlanga, Vereda del Pretorio, Vereda del Vado Negro (a nuestra izquierda, por el camino junto a la Carretera de La Ermitas), Vereda Fuente de las Ermitas, y muy cerca de aquí también la Vereda del Villar, según el proyecto de clasificación por la Real Orden del año 1927, con un ancho de 25 varas y según consta en actas equivalentes a 20'89 m. Sin embargo, la Administración pública ha actuado con dejadez, como prueba que en medio de la vía pecuaria se encuentre el edificio de Assuam, que vemos usurpando ésta.

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2. LAGAR DE LA CRUZ-LAS ERMITAS


A partir de este punto, el recorrido discurre en las inmediaciones de la vía pecuaria "Fuente de las Ermitas" (7); conduce en dirección suroeste, de forma paralela y en el margen izquierdo de la Carretera de las Ermitas. Tomamos un pequeño sendero hasta derivar al camino de Pino Gordo. Esta vereda nos dirige hacia la Fuente de las Ermitas (9) por un camino de enormes pinos y de gran riqueza arbustiva, con madroños, lentiscos y jaras. La fauna asociada a este ecosistema es la propia del monte mediterráneo, como la perdiz roja, jilguero o curruca entre las aves, y el tejón, erizo y zorro entre los mamíferos.

Tras una breve subida y dejando a la izquierda un mirador a Córdoba, llegamos a un cruce de caminos. Optaremos por el desvío a nuestra derecha y vemos un poste indicativo de la vía pecuaria, junto a unos castaños. Pinar y monte bajo se alternan, combinándose con encinar y alcornocal, junto a setas y otros frutos silvestres, como mirtos y bellotas. En este lugar, los arbustos son jaras, lentiscos, cornicabras y una variedad de especies, entre la que destaca una exótica planta, introducida por los musulmanes: el zumaque, muy utilizada en el curtido de las pieles.

Tras tomar otra desviación a nuestra derecha, llegamos al Camino del Melgarejo, camino alternativo también hacia las Ermitas; para ello tomaríamos este camino y a unos 500 metros, cogemos la primera desviación a la izquierda, para llegar a nuestra punto intermedio. El paisaje muestra en ocasiones retazos de puro bosque mediterráneo, alternado de castaños; el sendero se estrecha por momentos (8) y parece el bosque galería de alcornoques, encinas, pino y arbustos 

Finalmente, llegamos al final de la segunda etapa del itinerario, en Las Ermitas de Nuestra Señora de Belén (9). Aquí podemos observar uno de los únicos bosques de pinos piñoneros autóctonos de toda la Sierra de Córdoba, al mismo tiempo que disfrutamos de uno de los mejores miradores naturales de la provincia, conocido como Balcón del Mundo y desde donde contemplamos una perspectiva de espectacular belleza, en la que incluso llegamos a distinguir en el horizonte la granadina Sierra Nevada en días despejados.

Yacimiento de arqueciatos en las calizas del Cerro de las Ermitas
Yacimiento de arqueciatos en las calizas del Cerro de las Ermitas
Este paraje está catalogado como Yacimiento de Interés Científico en el Plan Especial de Protección del Medio Físico de la Provincia de Córdoba, por su abundante registro fósil del Cámbrico. El Cerro de las Ermitas pertenece a la Formación Pedroche del Cámbrico inferior, de hace unos 550 millones de años, dentro de la Zona de Ossa Morena. Sobre materiales volcánicos, como riolitas y andesitas, afectados por una serie de fallas, se apoya una sucesión de calizas grises con abundantes estructuras algales y cálices de arqueociatos (corales) -son exclusivos de este yacimiento los fósiles más arcaicos pluricelulares de la Tierra, los arqueociatos, géneros Cordobicyathus y Morenicyathus; estas especies del Cerro de las Ermitas, en su mayoría son coetáneas con las de la Plataforma de Siberia-, pizarras y esquistos. Estas calizas conforman afloramientos de morfología monticulada que se han interpretado que son heredadas de antiguas formaciones recifales o pararrecifales, cuando el mar bañaba este lugar. Entre los fósiles, también se han documentado trilobites, moluscos.

En relación con el enclave religioso de Las Ermitas, el origen de los ermitaños en la Sierra de Córdoba lo sitúa la tradición a finales del siglo III o principios del IV. Es creencia muy extendida que este género de vida fue importado por el Obispo cordobés Osio, que en su juventud marchó a Egipto donde conoció a San Antonio Abad y los primeros ermitaños que comenzaban a poblar el desierto, cuando accedió al episcopado en el año 296. Podemos considerar, pues, a Córdoba como la cuna de España - e incluso de Europa - de la vida eremítica. Desde el siglo IX muchos cordobeses, huyendo de la persecución sarracena, se recluían en la sierra cordobesa llevando una vida de anacoreta, en chozas o cuevas desde Hornachuelos hasta la ermita de Linares, pasando por la Arruzafa y la Albaida. Ya en 1613 el Obispo Fray Diego de Mardones, siguiendo las directrices del Concilio de Trento, los reunió constituyéndolos en Congregación de San Pablo primer ermitaño y San Antonio Abad, nombró un Hno. Mayor que fue Francisco de Santa Ana, y les dio unas Constituciones de 22 artículos

Probablemente, el núcleo actual fue fundado en 1699; en concreto, fue el hermano Francisco de Jesús quien consiguió, gracias al Obispo Pedro de Salazar y Toledo que la ciudad cediera a esta comunidad religiosa, el conocido como "Cerro de la Cárcel", que era tierra de realengo, para el retiro espiritual de diferentes ermitaños que se encontraban repartidos por las faldas de la Sierra Morena. Así la primera ermita se construyó en el año 1703, y en una pequeña capilla erigida, se celebró por primera vez la Misa el día 11 de julio de 1709, siendo consagrada a Nuestra Señora de Belén; está integrado por un total de trece ermitas. En 1731 la ciudad concedió dos torres situadas en la Puerta de Osario como hospedería, para que cuando vinieran a por comida o tuvieran que estar en cama por enfermedad pudieran tener aquí su alojamiento. En 1738 fue adquirida con fondos procedentes de donaciones la Hacienda de Pedrique dentro del término de Obejo, con cuyo producto se sustentaban los ermitaños.

Vista aérea del conjunto religioso de Las Ermitas. Córdoba
Y allí permanecieron ininterrumpidamente durante 254 años (salvo los nueve que duró la Desamortización de Mendizábal, de 1836 a 1845). Las primitivas ermitas, levantadas en el mismo emplazamiento que las actuales, fueron construidas entre 1703, año en que la Congregación de Ermitaños de San Pablo y San Antonio Abad se instaló en la cumbre del Cerro de la Cárcel, y 1709, año en que también acabó de construirse la iglesia. Siguiendo un orden topográfico, se distribuyen en tres zonas:

  • Zona norte: Ermitas de San Mateo, San Matías, San Bartolomé, San Andrés y San Pedro
  • Zona centro: Ermitas de Santiago el Menor, La Magdalena, San Pablo y San Felipe.
  • Zona sur: Ermitas de Santo Tomás, Santiago el Mayor, San Judas Tadeo, San Juan y San Simón. 

Desde entonces muchos personajes de renombre han buscado en este místico lugar la paz y el equilibrio espiritual e intelectual. Uno de los ermitaños más singulares que pasaron por allí, fue Juan de Dios de Santiago, poseedor del titulo de Marqués de Santaella y Señor de Villaverde,  quién tomó el hábito en 1780, cuando contaba 38 años de edad, y falleció en 1788; por su forma de vivir, su espiritualidad y sencillez, fue muy querido por los cordobeses, y considerado modelo de ermitaño por el beato Diego José de Cádiz; fue enterrado a requerimiento de su familia en una capilla de la Mezquita-Catedral. A la entrada de la Capilla de Ntra. Sra. de Belén se exhibe una calavera que era el vaso y el plato que usaba para la refacción.
Entrada a Las Ermitas
Debido a su privilegiada situación, con maravillosas vistas a todo el Valle del Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba, el obispo Pedro Antonio de Trevilla mandó construir hacia 1803 un magnífico asiento al borde del cerro, para poder contemplar el entorno y meditar; existe una tradición sobre este “Sillón del Obispo” y es que cuando un grupo va a visitar las Ermitas el primero que se sienta en él y mete un dedo en el agujero del desagüe, se casa. Cuando la invasión francesa fueron expulsados del Desierto y el Hermano Mayor Juan de la Santa Cruz se presentó a las autoridades y les convenció para quedarse con las tierras en arrendamiento. Una vez conseguido contrató, con carácter de temporeros, a los ermitaños. De esta forma evitó que salieran de estos parajes.

El 13 de abril de 1836 con motivo de la desamortización, son expulsados los ermitaños. Según el acta capitular del 24 de mayo de 1836, el ayuntamiento se dirigió al Gobierno pidiéndole que permitiese que se quedaran los ermitaños en sus ermitas y el gobierno le contestó que no estaban incluidos en la Orden del 8 de marzo de 1835, de donde se desprende que no tuvieron que abandonarlas. Se iniciaban ahora unos tiempos obscuros en que el terreno fue vendido por el Estado, si bien posteriormente, en 1845, esa venta fue anulada y finalmente se consiguió la reinstalación de los ermitaños, ahora bajo la dirección de Pedro de Cristo como Hermano Mayor. Fue preciso reedificar las ermitas y la iglesia, que habían sido incendiadas y durante un tiempo todo volvió a la normalidad.

En el año 1929, se crea el Sagrado Corazón de Jesús, imponente escultura del Sagrado Corazón de Jesús, obra de Lorenzo Coullaut Valera, y encargo del obispo D. Adolfo Pérez Muñoz. que gracias a la iluminación que tiene, se constituye en el único punto luminoso de la sierra cordobesa visible desde la ciudad de Córdoba. Su inauguración estuvo poblada de cordobeses, calculando algunos en 25.000 el número que acudió a la misma. Las Ermitas tuvo ermitaños hasta 1957, en que el Obispado decidió, antes de la muerte del último de ellos (Juan Vicente de la Madre de Dios), entregar las Ermitas a los frailes carmelitas, la orden religiosa cordobesa más cercana a esa forma de vida, año desde el cual estos mantienen las Ermitas.

La comunidad de ermitaños de las Ermitas siempre fue muy bien tratada y considerada por el pueblo de Córdoba, sobre todo, por la comida que diariamente ofrecían a los pobres a medio día. Salvo muy raras excepciones, la comida consistía en el clásico potaje de habas de su propia cosecha, convenientemente condimentadas y que era repartido en unos lebrillos de barro, en cada uno de los cuales depositaban la ración para cuatro comensales. Queremos reseñar como dato curioso, que todos los días de la semana habían de ir los pobres provistos de su ración de pan, a excepción de los sábados que también les era suministrado por los Ermitaños.A la entrada del camino que da acceso a las ermitas hay una cruz negra y blanca, en su base hay  un nicho cerrado con una reja que guarda una calavera y una inscripción: "Como te ves yo me vi / Como me ves te verás / Todo para en esto aquí / Piénsalo y no pecarás"  

En palabras de Antonio Gala, Una vez más, uno comprende que en esta tierra (Córdoba) se le hayan quedado enredados para siempre el corazón y la memoria.


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3. LAS ERMITAS-CÓRDOBA

Para realizar la tercera etapa de este itinerario, regresamos al cruce de la carretera CO-3314, antigua CV-79, en cuya intersección se ofrece una doble elección para continuar. Por un lado, se encuentra la denominada Cuesta del Reventón (12), uno de los caminos más usados de la Sierra de Córdoba, en el que cada fin de semana aficionados al senderismo, ciclistas y jinetes lo utilizan para subir a la sierra. Su nombre es debido a una historia que dice que cuando el rey Alfonso XIII usó este camino en 1913 para ir a las Ermitas un caballo que tiraba de su carruaje “reventó” por el esfuerzo. Antes de la aparición del automóvil, realizar este camino a pie era la principal vía para acceder a Las Ermitas. La Cuesta del Reventón fue el camino escogido por parte de los piconeros para acercar el picón a la ciudad cordobesa. Se inmortalizó en la memoria cordobesa con el villancico de Ramón Medina "La Cuesta del Reventón;  “La Cuesta del Reventón la suben cantando para hacer picón. / Pasan por «Piquín», hay mucho jaral, si no viene el guarda traerán buen jornal.../La Cuesta del Reventón la suben cantando para hacer picón.

La segunda opción es comenzar el descenso por la Cuesta de Los Pobres, que transcurre de forma paralela al Arroyo de Valdegrajas. El topónimo “los pobres” se debe a que era frecuente que personas sin recursos acudieran para recibir comida de los ermitaños y monjes, tal como ya hemos referido con anterioridad; precisamente, se encuentra en las inmediaciones, la denominada Cueva de los Pobres (8) que servía de refugio a los indigentes mientras esperaban el plato de comida que los ermitaños les ofrecían una vez al día. En su interior se han descubierto restos del Neolítico y, en la actualidad, es utilizada como rocodromo para escaladores. La curiosa piedra que preside esta cavidad posee la silueta de lo que parece un monje mirando hacia las Ermitas. En este sendero, afloran, además de las cuarcitas metamorfizadas, pizarras calíferas y arcillosas, verdosas unas veces y moradas otras muy ricas en Archaeocyathidos, concordantes con las capas anteriores y que a los 446 m. se dolomitizan transformándose en caliza dolomítica, que forma grandes masas de muchos metros de altura a veces; como se observa en dicha Vereda, en la cual ya cerca de las Ermitas vuelven a verse las pizarras de Archaeocyathidos.

En nuestro caso, pretendemos continuar nuestro itinerario por la cuesta del Reventón. Desde el cruce con la senda que lleva a Las Ermitas, seguiremos la carretera, unos 280 metros aproximadamente, hasta llegar a un camino de tierra por la izquierda, que proporciona un elemento natural a la excursión. En este amplio sendero, iremos descendiendo progresivamente hacia la ciudad, y podremos advertir unas vistas paronámicas de la ciudad de Córdoba, que pueden servir para iniciar en el aprendizaje del urbanismo, o también desde donde podemos divisar toda la ciudad, la campiña, las Sierras Subbéticas e incluso Sierra Nevada en días muy despejados. Igualmente, esta acondicionado para ir leyendo diversos carteles que informan sobre la riqueza paisajística, de la flora y características del entorno de este cerro.
Cuesta del Reventón
Después de dejar el cruce con el mencionada Cuesta de los Pobres, hemos de recorrer unos centenares de metros para optar entre dos posibles senderos. La primera opción es desviarnos a la derecha, en una empinada cuesta, en dirección a la paraje de El Patriarca (13); dejamos a nuestra derecha, en la cuesta, la Casa de Santa Ana de la Albaida y el Castillo de la Albaida. Este trayecto discurre por la finca de este nombres, suponiendo una descenso de gran pendiente de unos 300 metros, de forma paralela siempre al Arroyo del Patriarca, donde debemos echar la vista atrás para descansar y al mismo tiempo disfrutar de las maravillosas vistas que nos ofrece. En este lugar entramos en contacto directamente con el piedemonte reciente.

Descansando sobre la vertiente meridional de las formaciones posthercínicas de Sierra Morena, se conservan retazos de antiguas coberteras triásicas y miocenas, llegando a ser importantes localmente. La más antigua de estas coberteras es la formación triásica del bunter que aparece representada principalmente en el entorno de El Patriarca (13), al norte de las formaciones carbonatadas terciarias y del sistema de terrazas del Guadalquivir. Estos materiales, son conglomerados rojos a base de cantos redondeados de cuarcita bien cementados con intercalaciones de areniscas rojas. En este entorno geográfico, las biocalcarenitas y arenas miocenas, bien representadas en el borde meridional de Sierra Morena constituyen afloramientos discordantes sobre el paleozoico. Suelen generar formas tabulares por procesos de inversión del relieve fácilmente reconocibles sobre el terreno. La transgresión miocena máxima alcanzó la cota de los 420-400 m, que puede constatarse en la carretera de acceso a Los Villares (área de antenas de televisión). Las mesas conformadas por este y de desarrollo máximo se encuentran discordantes con las litologías carboníferas. Hacemos destacar el extenso afloramiento de este mioceno en la zona del barrio de El Naranjo.


El bosque de El Patriarca es una zona de indudable valor ecológico y geológico; se trataba de una de las grandes fincas del término municipal de Córdoba y, en concreto, del piedemonte de la Sierra. Algunos documentos aseguran que llega o llegó a tener 192 hectáreas y configura la zona clave de transición entre la ciudad y la Sierra al Norte de los nuevos residenciales de Poniente. En este reducto de bosque mediterráneo, están bien representadas especies vegetales típicas del monte mediterráneo, como el matagallos, la jara blanca, la retama, la esparraguera, el lentisco, la coscoja… destacando individuos de encina, algarrobo y acebuche de gran porte. Además conejos y perdices también son frecuentes; se ha considerado que es un magnífico ejemplo de bosque relicto por su buena conservación. Antes de introducirnos en este lugar, nuestra izquierda, entre el monte, podemos observar los restos de una construcción hidráulica (15) de época califal?, que quizá sirvió para conducir agua para riego o consumo humano en alguna de las haciendas del lugar.

Esos valores la han convertido en objeto de deseo municipal y del mercado inmobiliario. Por un lado, El Patriarca se ve amenazado por la basura que depositan aquellos que no aprecian su peculiaridad. Además, han existido planes de convertir este paraje natural en el pulmón septentrional de la ciudad de Córdoba, para conformar el "Anillo Periurbano" de espacios libres de la ciudad. (PGOU 2001); Sin embargo, todavía no existe acuerdo político al respecto, ni parece posible en este momento.

El descenso, de dirección Norte-Sur, en un momento dado, se vierte hacia el este; tomamos dirección hacia la izquierda, pasando por unos acantilados calizos con restos de cuevas y algún algarrobo centenario (16). El camino queda mucho más definido y entramos en un espacio donde observamos estratos muy ricos en fósiles marinos. Aquí la vegetación arbustiva (17) es de gran interés, constatándose ruda, matagallos, lentisco, jara y alguna curiosidad rara como la rara timbra, una planta parecida al tomillo, pero que posee un aroma más suave.  Asimismo, se había detectado en el pasado un ejemplar de Estino de Jerusalén (Parkinsonia aculeata), de la familia de las Caesalpiniaceae (Leguminosae); esta especie es originaria de América, desde México hasta el norte de Suramérica y es un arbusto con porte arbóreo que fue introducido en el siglo XVII a través de los viajes al nuevo mundo y las expediciones naturalistas que se hicieron a éste.

Pronto entramos en contacto una zona de reciente ordenación urbana, donde constamos viviendas unifamiliares adosadas y un viario regular y ortogonal, todavía sin construir por el que caminaremos a continuación. Cercanos se encuentran campos de cultivo, lo que evidencia que estamos pasando de la zona serrana a la del valle, con evidencias de antiguas huertas, conducciones de agua, naranjales, pinos y grandes cipreses.

Con ello, llegamos a la colina, donde se encuentra el Parador Nacional de La Arruzafa (18); en estos terrenos existió en otro tiempo un palacio campestre, erigido por Abd–al–Rahman I en el siglo VIII. El emir creó aquí el primer jardín botánico andalusí, en el que se aclimataron diversas variedades de plantas procedentes de Siria fundamentalmente. Este acontecimiento serviría posteriormente para la expansión de especies nuevas por otros jardines a largo de toda la geografía de Al Andalus. Plantas como el almez, azofaifo, alheña, zumaque y mandrágora, que tan comunes son en nuestras sierras y campos, fueron introducidas y adaptadas desde estos jardines botánicos tanto por su interés ornamental o agrícola, como por sus cualidades medicinales. En lo que es actualmente la huerta de las tierras que fueran en otros tiempos propiedad del Duque de Hornachuelos, se conservan aún algunos restos de cuevas que fueron habitadas por eremitas y anacoretas. Posteriormente, en el año 1417, uno de los ermitaños, Fernando de Rueda, dedicó todos sus bienes a la función regular de la Orden de San Francisco, fundando un convento aquí. Con la bienaventuranza de San Diego de Alcalá, que vivió en una de estas cuevas, que aún hoy existe, y que hasta no hace mucho se la conocía con su nombre, se dice de éste que curaba los burros que los arrieros le llevaban malheridos o casi muertos. Ni del palacio rural, ni del antiguo convento que un día existiera se conservan restos de gran interés. Tan sólo los esqueletos que reposan en las cavidades tapiadas con cal y que un día encontrara, como cuenta el insigne Juan Bernier, un amigo suyo cuando de pequeño jugaba por estos campos.

Una de las ultimas fotografías antes del derribo para la construcción del parador, puede verse la cruz humilladero a la derecha y el camino de acceso. Véase, Paco Muñoz
La segunda opción de retorno al IES se puede producir por la Cuesta del Condón (13) y la Carretera de las Ermitas, calle asfaltada hasta el comienzo del Camino-vereda de las Ermitas. Esta calle llega hasta el Parador de La Arruzafa, confluyendo con el crecimiento urbano septentrional en torno al eje de la Carretera del Brillante, es decir, discurre por un viario de la periferia urbana de la ciudad destinado principalmente a residencia, por lo que predominan las casas unifamiliares, con jardín o no, zonas verdes amplias y piscinas. Son viviendas de personas que han querido vivir en un paraje natural, alejado de la concentración y la congestión del núcleo urbano principal, si bien poco a poco esta zona se está poblando cada vez más, cubriendo la función residencial. Además, se ubican en este trayecto centros educativos privados, clínicas sanitarias y centros hoteleros. Se desarrolla un urbanismo ortogonal, aunque adaptado a las curvas de nivel del piedemonte de Sierra Morena y a las diversas circunstancias de las promociones inmobiliarias; en muchos casos, se ha provocado una ocupación de espacios naturales en épocas recientes. Con ello, se evidencia que las clases acomodadas habitan en los lugares con los mejores servicios (transportes, comercios, zonas verdes...). Estas disponen de medios económicos para decidir dónde fijar su residencia: barrios elegantes del centro de la ciudad o urbanizaciones enclavadas en las afueras.

La expansión progresiva y a veces poco planificada de las ciudades ha provocado que la línea divisoria entre la ciudad y en campo vayan poco a poco desapareciendo, y que se van a ir extendiendo por el área periurbana de las ciudades españolas. Responde a un nuevo concepto de barrio residencial formado por chalets adosados presentando por lo tanto una trama abierta y una edificación individual en vivienda exenta o adosadas y un uso frecuentemente residencial. En el caso de las parcelaciones serranas de Córdoba la determinación topográfica es más fuerte y visible en la estructura orgánica de las tramas. La comparación de los planos de estructura hidrológica y del sistema de trazados permite observar la generalizada ocupación de los cauces de arroyos, torrentes y valles con los riesgos e impactos ambientales asociados.

El fenómeno de ocupación difusa del territorio es aceptado desde dos puntos de vista muy distintos. De una parte, por quienes sostienen la bondad de las tendencias espontáneas del mercado frente a la interferencia del planeamiento y la Administración sobre el destino del suelo; entendiendo que el propio mercado será capaz de resolver las disfunciones hoy producidas. De otra parte, por aquellos que sostienen la huida de la ciudad como retorno a los valores rurales, es decir, aquellos que entienden la opción por la descentralización como elección de una forma de vida a la que se atribuye mayor calidad. Un examen del fenómeno en su conjunto muestra, sin embargo, que los procesos de suburbanización suponen una quiebra de la sostenibilidad del modo de utilización del territorio. En otras palabras, generan unas externalidades negativas cuyos costes no son asumidos en su integridad por los habitantes de la "ciudad difusa" si no que se trasladan al conjunto de municipios. Más allá de la polémica acerca del papel de los poderes públicos en relación con el mercado urbano, la incidencia de las externalidades negativas sobre los recursos públicos suscita la necesidad de una estrategia del municipio frente al fenómeno.

Tanto en uno como en otro itinerario de vuelta y antes de llegar al centro educativo todavía podremos advertir la presencia del denominado Canal del Guadalmellato; se trata  de una infraestructura hidráulica de  48 kilómetro de longitud, abarcando una superficie regable que ha sufriendo distintas variaciones a lo largo de los años, como consecuencia del avance urbanístico de la ciudad de Córdoba y que más de 300.000 personas vivan dentro de la Zona Regable, estando actualmente configurada por 6.292 Has. Esta infraestructura tiene su origen en parte del caudal del río Guadalmellato, que es desviada formando un canal que transcurre en paralelo al río. Del margen derecho de la presa parte el Canal del Guadalmellato, que discurre por las estribaciones de la serranía, adaptándose a las curvas de nivel, y el caudal que puede soportar es de unos 10m3/segundo. Merece destacar el volumen de pérdidas que presenta, en función del deterioro de su cauce por el natural paso del tiempo, y que estima Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de un 10 % de la cantidad de agua trasportada, y de un 40% según los ecologistas.  En las inmediaciones del casco urbano, discurre por delante de la antigua Universidad Laboral, ahora Campus Universitario de la Universidad de Córdoba, y un histórico paraje puenteando el arroyo de Rabanales, unos metros aguas abajo del Puente de los Piconeros, un puente medieval plagado de marcas de canteros en sus piedras, que seguro fue primero romano y después califal. Luego lo cruza por debajo el arroyo Mortero que es afluente del de Rabanales, en los terrenos del Majano. El arroyo de los Pradillos -en cuya estación de la línea de Almorchón, de su mismo nombre, sucedió un gravísimo accidente ferroviario-, también busca el de Rabanales casi en su desembocadura. Y en los alrededores de las canteras y lago de Pedroches serpentea, donde se encuentra el km 17 con un pequeño túnel  en el cerro del Aulagar, delante del inmenso lago de la antigua cantera. Desde allí por la Campiñuela busca su principal accidente geográfico, el cauce del arroyo Pedroches, que salva con un importante sifón que está paralelo al antiguo puente de Pedroches vigilante de la antigua y destruida alcubilla del Sombrero del Rey. Ahí tiene un aliviadero que va a desaguar al arroyo por encima del puente romano, en la zona del Molino de los Ciegos. Más entubamiento debajo de lo que será el enlace N432 con los Santos Pintados, otro sifón en la Fuente de la Salud para salir en las cercanías del Camping Municipal, pasar debajo de la carretera del Brillante y entrar en los terrenos de la sede de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en Córdoba. Desde ahí hace frontera con el Tablero y enfila otra vez entubado para la Barriada de San Rafael de la Albaida, delante de la mole de Hipercor en la zona de Turruñuelos. De este canal se derivan diferentes acequias que se derivan de él, muchas de cuales ya no se usan por el avance natural del urbanismo poco más o menos que caótico, de la ciudad de Córdoba y sus barriadas, muchas de ellas las llamadas parcelaciones ilegales.

Hemos observado en esta ultima parte del trayecto que, conectando Sierra Morena con el Valle del Guadalquivir, aparece un depósito detrítico, tipo glacis, de suave pendiente que contacta con los niveles de terraza más bajos del Guadalquivir. Los niveles terciarios y cuaternarios, producto de la regresión del Mar del Tetis y la colmatación de la fosa son visibles en las inmediaciones del centro escolar (19), ya dentro del casco urbano, en terrenos cuaternarios.

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RECOMENDACIONES

Nos encontramos en un Espacio Natural, un espacio protegido por sus valores ambientales y ecológicos, por lo que debes seguir las siguientes instrucciones:
  • Durante este recorrido, utiliza todos los sentidos para descubrir, observar y estudiar la naturaleza, disfrutando de ella y con ella, y permitiendo disfrutar a los demás.
  • Sigue continuamente las instrucciones de tu profesor y camina siempre por los senderos señalados
  • Se trata de una actividad escolar, por lo que las normas que rigen el funcionamiento de la actividad ordinaria en el centro son aplicables aquí. Así pues, mantén la adecuada compostura durante toda la actividad; respeta la propiedad privada y a las personas que nos encontremos. Piensa que tu comportamiento y actitud -positiva o negativa- será el recuerdo que dejes no sólo de ti, sino en todo el IES.
  • Camina despacio y no te expreses a gritos.
  • Debes mantener el ritmo de escalada y descenso para poder finalizar el itinerario en el tiempo previsto. Procura no perderte del resto de tus compañeros ni profesor. Piensa que tu actitud puede repercutir en todos tus compañeros negativamente.
  • Queda terminantemente prohibido poner, oír música o usar los móviles durante la actividad, salvo para las actividades relacionadas con la excursión, a solicitud de tu profesor. A lo largo de la jornada habrá momentos de descanso en los que podrás relajarte.
  • Debes llevar el calzado y vestimenta de campo; lleva una bolsa o mochila, donde incorporarás la comida necesaria, así como agua o bebidas no alcohólicas.
  • Respeta la naturaleza, no arranques ni cojas nada nada sin permiso. No levantes las piedras: bajo ellas se protegen pequeños organismos, sus huevos o crías que requieren humedad y poca luz, o puede haber animales con cierto peligro.
  • No tires basura al suelo, ni recipientes ni envoltorios. Debemos dejar todo como si no hubiéramos estado allí. Cualquier resto que generemos lo guardaremos en una bolsa o mochila y lo tiraremos al volver a la ciudad.
  • Deberás acompañarte de un cuaderno y un bolígrafo para ir recogiendo notas de las diferentes paradas en las que el profesor hará hincapié, para que que, una vez transcurrida el itinerario, de manera individual, puedas elaborar una memoria de la práctica.
  • Toma fotografías y notas de lo que vayas observando. Te servirá para documentar la actividad y completar las notas ya realizadas.
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DOCUMENTACIÓN
OTRAS FUENTES DOCUMENTALES